Mi concepción sobre el placer no es negativa.
Quisiera asegurarles que no existe razón más lógica para nuestra existencia que esta:
"Hemos sido creados para vivir placenteramente, para vivir bien y felices".
Hoy he pensado sobre este asunto: ¿Qué es el placer?
La Real Academia de la Lengua Española, define esta palabra de origen latino como: "Agradar o dar gusto." Aunque también se refiere a ella como: "Goce, disfrute espiritual." Y es aquí donde me gustaría detenerme un poco.
Todos los seres humanos hemos sido invitados por el Creador, por esta unidad del Universo, a vivir "espiritualmente" nuestras vidas.
Antes de continuar, quisiera aclarar que la espiritualidad no tiene nada que ver con religión. En este sentido, hay personas religiosas que no son espirituales y personas espirituales que no son religiosas. Incluso existe la "espiritualidad Atea", es decir, quienes en el desarrollo y cultivo de la vida interior prescinden de Di's.
Pero, ¿qué significa vivir espiritualmente?
Pensemos por un momento en los animales. Hablemos de un perro, que nace y sabiéndose perro (esto de "saberse perro" será más o menos discutible, lo acepto) se comporta como perro y vive como lo que es, un perro. Todos ellos viven de una forma "predeterminada", viven la vida que corresponde a un perro.
En el caso de nosotros los humanos, es similar. Nacemos, tomamos consciencia de que somos humanos, nos comportamos como humanos y vivimos la vida que nos corresponde como humanos.
Esa "vida que nos corresponde" es la espiritualidad. De hecho, sin espiritualidad no hay verdadera vida. Nos transformamos en una auténtica máquina natural, que funciona por sí sola y que prescinde de nosotros.
Somos verdaderamente personas, plenas y felices, cuando tomamos el control de nuestras vidas. Cuando gobernamos nuestra carne, cuando somos en verdad dueños (o copropietarios activos, como quieran llamarlo) del futuro de este complejo conjunto de sistemas perfectos que funcionan día y noche.
Concordemos al menos en que, viviendo espiritualmente, vivimos mejor. Y si bien, no hay patrones obligatorios para las personas. Sepan bien, que las decisiones que tomemos sobre nuestras vidas, determinarán cuán felices lleguemos a ser.
En la lógica "acto-consecuencia", por el sólo uso de la razón, podríamos presagiar cuánto placer tendremos en el futuro. Esta es una capacidad maravillosa, porque, toda vez que haga un proceso de reflexión profundo y honesto, tendré la capacidad de cambiar el cause de mi destino, modificar a mi antojo el futuro. La desgracia que logro prever, puede transformarse en gran alegría, incluso adelantando su gloriosa llegada.
Ahora bien, ¿qué es el placer espiritual en la vida espiritual?
Muy simple, usemos la razón. Si yo estoy viviendo plenamente la vida que me toca vivir (viviendo espiritualmente), el placer que de allí emane será espiritual. Porque los frutos de la espiritualidad siempre serán frutos espirituales.
No es lo mismo el placer banal que el placer espiritual. Porque el primero es efímero y al desaparecer causa vacío. Sin embargo, el segundo llena, tiene importancia en sí mismo, trasciende, inunda y permanece.
¿Cómo discernir en esta materia?
Surgirá la necesidad de varios discernimientos. El primero y más importante es preguntarse: ¿Qué me da placer? Una vez identificado (s) este conjunto de situaciones, momentos, ideas, sentimientos, etc. Será necesario hacer una escala de placeres. Finalmente, tomar la decisión: Esto me hace feliz, esto sigo. Esto me hace vivir placentera y espiritualmente la vida que me ha tocado vivir, esto hago.
Las directrices son sencillas, pero extremadamente importantes:
1. Donde me siento bien, ahí me quedo.
2. Dejo los placeres menores en pos de un placer mayor.
3. Para saber qué debo hacer mi vida, debo analizarla.
4. No debo desestimar mi propio análisis de mi propia vida por intentar asimilar a mi realidad, la realidad y experiencia de otros. Aunque me equivoque, es mi derecho.
5. Debo procurar concentrarme en lo que más placer me da y por más tiempo. También debo revisar la calidad de ese placer, cómo me hace crecer como persona, etc.
No todos sentiremos más placer de la misma forma. En esa lógica, si para ud. es plenamente placentero estar en un Parque de diversiones, adelante, usted tiene derecho a pasar todos los días de su vida allí.
Ejemplos prácticos:
Hablemos de las drogas.
Si bien, todas estas pueden generar mucho placer en el momento (acaso no al instante de consumirlas), no sólo generan dependencia, sino además generan una adicción. En este momento, el placer pasa de ser espiritual, a ser un placer banal, altamente superficial y empobrecedor.
Si tengo que consumir un producto, cada vez en dosis más altas para sentirme "bien". ¿De qué tipo de espiritualidad estoy hablando? Si me siento bien cuando dejo de sentir, ¿qué clase de persona soy?.
No estoy juzgando, de hecho, quiero que ustedes lo hagan. Apliquen la directriz: "Placer mayor, elimina al placer menor".
Un placer mayor siempre hará bien si está asociado a un valor, al crecimiento personal, al mejor desarrollo del espíritu. Esta es la diferencia entre el verdadero placer y el falso, entre el placer espiritual y el banal o superficial. El placer espiritual es verdadero, no se puede negar ni dudar de este placer. Sin embargo del banal sí se puede dudar, porque no es verdadero ni auténtico, aunque yo esté convencido por un tiempo de que lo es, aunque yo me confunda, por más que lo piense, simplemente no es placer verdadero.
¿Qué es primero? ¿Las drogas o la familia por ejemplo?
En lo personal he visto adictos que, aunque responden: ¡La familia!, con sus actos demuestran que para ellos, lo primero es la droga.
¿Causa placer? Sí, pero por un momento.
¿Está asociada a un valor? Juzguen ustedes...
¿Me hace crecer como persona? Sin comentarios...
Conclusiones:
Todos hemos venido a la Tierra a ser felices. Todos tenemos una misión en la vida: Vivir placenteramente. Cuando aprendemos a vivir placenteramente, estamos viviendo espiritualmente, es decir: "Viviendo como nos corresponde vivir". Sin embargo, para fomentar y acrecentar nuestro placer, es necesario estudiar nuestras vidas, analizarlas, cada momento y segundo. Detallarnos a nosotros mismos con toda honestidad qué es lo que nos causa placer. Luego evaluar cada una de esas cosas, desechando las que nos den un placer de menor calidad y duración, priorizando entonces el placer de mayor calidad, de mayor duración, que perdura en el tiempo, que me hace crecer espiritualmente como persona y que siempre está asociada a un valor.
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