29 de abril de 2015

¿Responsable de mi hermano?

Generalmente, cuando hablamos sobre la responsabilidad, surge en nosotros un rechazo natural. Y es que tener que responder por algo o por alguien, no nos parece algo muy atractivo. Hoy en particular, he tenido una intuición al respecto. Y aunque al principio no supe encausarla o interpretarla, quisiera compartirles lo que al caer la noche pude concluir.

¿Responsable de mi hermano?


Tómenlo como quieran, responsable de mi hermano o por mi hermano, da igual. A lo que quiero apuntar es a una realidad innegable: Por naturaleza, nunca queremos hacernos responsables de nuestros propios actos y miseria. De ahí, que tampoco querremos hacernos responsables, hacernos cargos, de los actos y miseria de los demás. Y es esta, pienso yo, la raíz de todo egoísmo.

Recuerdo que cuando pequeño me enseñaron: "Tú primero, el resto después". Esto, generalmente lo decía mi madre, enseñándome una especie de "egoísmo positivo", a través del cual, pensara en mi mismo antes que en cualquier otra cosa o persona. 

Esta idea del "egoísmo positivo" lleva por consecuencia natural al "encerramiento" al "alejamiento". La persona quiere desde sí misma, estando bien consigo misma, mirar desde su "zona de confort" el sufrimiento del hermano que está fuera. ¡Esto es terrible! Es como mirar por la ventana de una cálida casa a un indigente refugiándose con cartones de una torrencial lluvia.

Y es que este acto tan humano, tan natural, nos hace cada vez más inhumanos, más antinaturales.

Pienso que no hemos sido creados para ser insensibles. El hecho de que el Creador haya puesto en nosotros sentimientos, no sólo nos condena a sentir, sino que nos obliga a sentir.

Hace un tiempo, vi un documental sobre la "solidaridad entre los animales". Ellos viven en comunidades, nunca tan complejas como las humanas, pero que tienen elementos muy humanos: la lealtad, el sentido de pertenencia, la responsabilidad con la comunidad, el apoyo mutuo, la solidaridad, el amor, la afinidad...

Y es que no podemos pretender vivir en comunidad, en sociedad, si no tenemos estos elementos tan importantes, no sólo para la convivencia, sino también para el mayor desarrollo del espíritu.

Una persona solidaria, preocupada y ocupada por su prójimo, por su "próximo", es una persona espiritualmente elevada. Ha logrado vencer la tentación del YO PRIMERO, la más aberrante y empobrecedora de las tentaciones ha sido vencida por un espíritu noble.

Cuando Caín asesinó a su hermano Abel, el relato bíblico nos dice que Di's (el Santo bendito sea) pidió explicaciones a Caín por la sangre de su hermano. Caín, desde lo más profundo de su maldad, responde: "¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?" (Génesis 4:9)

Algunos, tal vez recordarán esta historia completa. Caín, desestimando el afecto natural, asesina a su hermano por envidia. Comete un acto realmente malvado, pero totalmente humano. Y es que estamos todos propensos a la maldad y al estarlo, nadie debería sorprenderse de que los cometamos, en el fondo, vendrían siendo parte de nuestra "naturaleza".

Vemos en el relato, que, el Creador consciente de esta realidad, todavía pide explicaciones. Pero, ¿qué encuentra?. Caín no sólo no quiere ser responsable de sus actos, además quiere desligarse de toda responsabilidad hacia su hermano. ¡Que situación más triste!

Nosotros todo el tiempo hacemos eso, cuando en sociedad marginamos, alejamos, discriminamos... el asesinato no sólo es material o físico. ¿Cuántos corazones, sueños, pensamientos, ideas, hemos asesinado voluntaria o involuntariamente?

¿Cómo respondemos de nuestros actos hacia los demás? Decía el Dr. Martín Lutero: "Usted no es solamente responsable de lo que dice, sino también de lo que no dice".

Cambiemos la palabra "dice" por "hace". ¿De cuántas omisiones somos responsables? Somos responsables de lo que hacemos y lo que no hacemos, de lo que decimos y de lo que no decimos, somos responsables de todo.

Lo natural es huir, retirar la mirada, ignorar. Pero lo espiritual es estar, mirar, acoger. Quien no acoge a su hermano, ni siquiera podría ser considerado un animal, ya que, como dije antes, incluso estos se muestran sensibles al dolor y necesidades de sus pares.

¿Qué culpa tengo yo de que los pobres sean pobres?, ¿Qué tengo que ver yo con esto?, ¿Qué culpa tengo yo de tu tristeza? - dirán los de mente y espíritu pobre.

¿Por qué? Insistirá el más malvado. Muy simple, porque: "No hay nadie más cerca de un hombre herido que otro hombre herido..." (Padre Thierry de Roucy )

Y porque, si bien es "natural" querer rehuir, es inhumano.

Y porque tengo la capacidad de, asumiendo mi propia miseria, asumir la de mi hermano. Porque consciente de mi herida, puedo aliviar o curar la de mi hermano.

¿Qué pensarías de un hombre que niega un tratamiento médico al sufriente? ¡Es un hombre sin corazón! Sin embargo, nosotros hacemos esto todo el tiempo. ¿A cuántos les hemos negado "medicina para el alma"?

Escuchar, alegrar, acoger, dar ternura... pueden convertirse en bálsamo para un corazón herido, bálsamo para un alma doliente. Negárselos, es como negar quimioterapia a quien sufre del Cáncer.

El Creador, puso en ti un botiquín que no puedes negar a nadie. Negarlo es asesinar.

Finalmente, quisiera decir, que sí somos responsables de nuestros hermanos, somos sus guardas y no hay justificación. Tenemos el deber ineludible de abrir nuestros corazones, convertirlos en hogar, en asilo, en hospital si es necesario.

Si hemos herido, tenemos el deber de rectificar.
Y si no lo hemos hecho, tenemos el deber de rectificar por otros. Alguien debe hacerlo... parece una idea extrema, pero es fruto de la sabiduría del Creador. Así, nadie debería quedar a la deriva desconsolado.

Quien ha sentido hambre, debe solidarizar con el hambriento. El que tuvo sed, no debe negar un vaso de agua a nadie. Esto se repite una y otra vez en las Escrituras. ¿Acaso no dijo Di's: "Y al extranjero no engañarás, ni angustiarás, porque extranjeros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto" (Éxodo 21:22)?

Tal vez mis letras parezcan un tanto confusas, pero piensen, ¿es sano devolver mal por mal? ¿es sano para el universo entero, ser insensible ante la maldad? ¿es sano vivir escapando de las responsabilidades?.

Debemos asumir con alegría nuestro rol en la sociedad, en nuestro entorno. Todos tenemos el deber de consolar, de responder por nuestros amigos, familiares, compañeros... somos responsables de sus sueños y sus preocupaciones, de sus alegrías y sus angustias.

En esta labor, siempre nos sentiremos pequeños. Pero recuerden, que el más pequeño acto de amor, puede dar más frutos que un campo entero.


Léonard M




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